Un paseo por Cantabria
Domingo, 9 de Junio de 2014, no recuerdo la hora.
Pese a los esfuerzos de Ichino por indicarme por donde vamos a ir, lo cierto es que ni siquiera me he mirado la ruta, voy donde me lleven sin importarme el destino. Aquí todo es verde, espectacular y eso me encanta.
Pese a los esfuerzos de Ichino por indicarme por donde vamos a ir, lo cierto es que ni siquiera me he mirado la ruta, voy donde me lleven sin importarme el destino. Aquí todo es verde, espectacular y eso me encanta.
Salimos de Burgos algo tarde para la hora a la que hemos quedado en Trespaderne con los colegas. Vamos por carreteritas estrechas, pero con buen firme. Llegamos a las puertas de Poza de la Sal, pueblo natural de Félix Rodríguez de la Fuente, y por tal efeméride el nombre me resulta familiar.
Pasamos por Oña, a través de la N-232 donde disfrutamos sobre la moto del fantástico desfiladero labrado por el río Oca. Una lástima no haber parado pero vamos tarde y si además nos entretenemos, nos afeitan a guantazos al llegar.
Nos desviamos hacia Trespaderne, en cuya gasolinera hemos dispuesto el punto de encuentro. Apenas llevamos 70 kilómetros y ya he flipado con el paisaje en tres o cuatro ocasiones. Esto promete.
Nos desviamos hacia Trespaderne, en cuya gasolinera hemos dispuesto el punto de encuentro. Apenas llevamos 70 kilómetros y ya he flipado con el paisaje en tres o cuatro ocasiones. Esto promete.
foto cortesía de Funkoiote |
Tras los saludos, continuamos por la N-629 que traíamos hacia Espinosa de los Monteros, nos adentramos en el parque de Ojo Guareña.
Sobre este lugar, aconteció la mayor anécdota del día; saliendo de Espinosa de los Monteros, se lanza en picado hacia la cuneta, entre la moto que me precede y su anterior, una rapaz -no se si sería un aguilucho, gavilán o alguna especie del estilo, no era muy grande-, coge algo de entre la maleza y levanta el vuelo en el mismo momento en el que paso con la moto. Vi perfectamente como me miraba, con ojillos asustados, el pequeño ratón que llevaba entre las garras. El del todo terreno que iba detrás de mí, seguro que también me miró con ojillos asustados, cuando vio el quiebro que tuve que hacer para esquivar al ave con su almuerzo.
Sobre este lugar, aconteció la mayor anécdota del día; saliendo de Espinosa de los Monteros, se lanza en picado hacia la cuneta, entre la moto que me precede y su anterior, una rapaz -no se si sería un aguilucho, gavilán o alguna especie del estilo, no era muy grande-, coge algo de entre la maleza y levanta el vuelo en el mismo momento en el que paso con la moto. Vi perfectamente como me miraba, con ojillos asustados, el pequeño ratón que llevaba entre las garras. El del todo terreno que iba detrás de mí, seguro que también me miró con ojillos asustados, cuando vio el quiebro que tuve que hacer para esquivar al ave con su almuerzo.
Llegamos de nuevo a la N-232, y aunque queremos rodear el Embalse del Ebro por su parte sur, acabamos ascendiendo el puerto del Escudo. Límite provincial entre Burgos y Cantabria.
foto cortesía de Funkoiote |
Desandamos el trecho recorrido hasta la carreterita correspondiente. Hacemos una parada rápida en Las Rozas de Valdearroyo. Durante la construcción del pantano del Ebro siete pueblos quedaron anegados por las aguas, varios pertenecientes a este municipio. Emergiendo de uno ellos, aparece una de las estampas más conocidas y verdadero emblema de la zona: la torre de la antigua iglesia de Villanueva. También conocida como la catedral de los peces
La idea es ver la torre sumergida, pero se ve que cuando levantaron la pasarela, midieron mal y estando el embalse lleno como ahora, dicha pasarela se encuentra inundada. A través de ella se puede llegar a su interior y a través de una escalinata acceder hasta el campanario, que hace las veces de privilegiado mirador.
No huelga decir que, sobre todo la parte cántabra que está recién asfaltada, es una maravilla de trazado para curvear con la moto. Tramo 100% recomendable.
Llegamos a Reinosa donde hacemos una parada al lado del río, para tomar un merecido refrigerio.
Llegamos a Reinosa donde hacemos una parada al lado del río, para tomar un merecido refrigerio.
foto cortesía de Funkoiote |
Una vez repuestos cuerpo y mente, comenzamos la vuelta, por decirlo de alguna manera. Bajamos hacia Aguilar de Campoó por la antigua nacional, aunque no llegamos; unos kilómetros antes, abandonamos las anchuras de las nacionales para adentrarnos por una sinuosa carreterita sin arcenes, espléndida, más aún cuanto más vamos adentrándonos en su recorrido y comienza a calcar el curso del aquí joven río Ebro.
Paramos a comer un menú de restaurante en la plaza de Polientes. Algunos pidieron las típicas fabes pasiegas. En mi caso no me atreví debido al calor pero lo que no perdoné fue el segundo plato, un magnífico lechal.
Tras una pausada sobremesa, continuamos hacia el siguiente destino planeado. Lo tenía apuntado y remarcado en la lista de lugares a visitar y mira por donde, sin saberlo, lo voy a tachar hoy.
Si ya voy disfrutando de las denominadas Hoces del Ebro, no puedo asombrarme más de la majestuosidad de Orbaneja del Castillo, aún bajando la cascada con poca agua. No pensaba disfrutar tanto este día.
Debemos subir y lo hacemos, a disfrutar de una cerveza bien fría en el pueblo.
Con menos gente alrededor, se habría visto si no me baño.
Aquí, en un autorretrato con los compis, disfrutando de la cercanía de la cascada.
Aquí, en un autorretrato con los compis, disfrutando de la cercanía de la cascada.
Aunque ya sabía que habían cazado al cazador.
foto cortesía de Funkoiote |
Ya arriba, en el pueblo en sí,
Mientras dejo que busquen mesa para tomar un refresco, me adentro por una calle a cotillear un poco,
y buscar el otro atractivo del lugar, las figuras zoomorfas del beso de los camellos. Desde arriba,
y desde abajo donde hemos dejado las motos.
Una última curiosidad de Orbaneja antes de volver a la ruta. A ver si encontráis la cámara de fotos en la siguiente fotografía:
Os doy una pista:
¿Estará ahí a propósito?
Salimos a la nacional y tomamos dirección Santander, nos marcamos las curvas del puerto para a continuación, intuyo que llegando a la cima, giramos por un carreterin super estrecho que sale a nuestra derecha. Vamos hacia Pesquera de Ebro y Dobro.
Si en ese momento pensaba que en Orbaneja había llenado la retina de paisajes asombrosos, estaba muy equivocado. Aún tengo marcado a fuego, el espectáculo rocoso de los cañones labrados con tesón por el cauce del omnipresente río Ebro. Así como la vista de la merindad de Valdivielso vista desde la cima del puerto de la CL-629. Sublime. Debo dar gracias por el día tan estupendo que nos ha salido.
No os podéis imaginar el disgusto que tengo por no poder poner ni una misera foto de todo esto.
En Valdenoceda, cogeremos la N-232 dirección Burgos. Aún siendo un trazado precioso, paralelo al río Ebro, el mal estado del asfalto no permite distracción. Por momentos me recuerda al tramo de nacional, a cientos de kilómetros de aquí, de la N-330 cerca de Teruel, en el que vas paralelo al río Turia.
Aquí si que definitivamente se cerró el grifo de sorpresas. Rodamos en grupo hasta el cruce con la N-629 en la que los compañeros vascos continuaron hacia Trespaderne, e Ichino y yo, tras las despedidas oportunas, continuamos hacia Oña y Burgos.
Salimos a la nacional y tomamos dirección Santander, nos marcamos las curvas del puerto para a continuación, intuyo que llegando a la cima, giramos por un carreterin super estrecho que sale a nuestra derecha. Vamos hacia Pesquera de Ebro y Dobro.
Si en ese momento pensaba que en Orbaneja había llenado la retina de paisajes asombrosos, estaba muy equivocado. Aún tengo marcado a fuego, el espectáculo rocoso de los cañones labrados con tesón por el cauce del omnipresente río Ebro. Así como la vista de la merindad de Valdivielso vista desde la cima del puerto de la CL-629. Sublime. Debo dar gracias por el día tan estupendo que nos ha salido.
No os podéis imaginar el disgusto que tengo por no poder poner ni una misera foto de todo esto.
En Valdenoceda, cogeremos la N-232 dirección Burgos. Aún siendo un trazado precioso, paralelo al río Ebro, el mal estado del asfalto no permite distracción. Por momentos me recuerda al tramo de nacional, a cientos de kilómetros de aquí, de la N-330 cerca de Teruel, en el que vas paralelo al río Turia.
Aquí si que definitivamente se cerró el grifo de sorpresas. Rodamos en grupo hasta el cruce con la N-629 en la que los compañeros vascos continuaron hacia Trespaderne, e Ichino y yo, tras las despedidas oportunas, continuamos hacia Oña y Burgos.
Como colofón a este fantástico fin de semana por el norte de España, y como despedida turística de Burgos, subimos al castillo para disfrutar de la panorámica que ofrece de la ciudad esta atalaya.
Mañana me vuelvo para Ciudad Real.
V'sss
V'sss
Hombre por fin cositas que conozco jejeje "La novia muy guapa y el cura muy correcto" vamos que me ha gustado ;)
ResponderEliminarAbrazotes.
me alegro, ahora no vamos a descubrir tus dominios.
EliminarUn saludo!!
Fantástica ruta, y la crónica, a la altura!!
ResponderEliminarSaludos y nos vemos en ruta ;-)
gracias por pasarte!, y a ver si es verdad que nos vemos en ruta jaja
EliminarUn saludo
Eso eso VIVANLOSNOVIOS!!!
ResponderEliminarse lo que eso de que te lleven a ver si te pierden ;-)
Una selección muy guapa para entretener el dia.
SALUDOS
Hay que saber en quién dejar de guía para que te pierda, a ver si te vas a llevar una sorpresa jaja
EliminarGracias por pasarte. Saludos,
Menudo viajesito, y menudos parajes.
ResponderEliminarSaludos.-
Y aún queda el regreso, esperate y verás.
EliminarGracias, un saludo.
Hola motero viajero rutero, muy bonito todo, fue una pena que no os pudiera acompañar, ya tu sabes, espero poder remediarlo la siguiente vez, saludos, Luis.
ResponderEliminarHombre!, que sorpresa. Si, seguro que habrá mas ocasiones. Ya nos veremos.
EliminarUn saludo.