la ruta arqueológica por los Valles de Zamora

Me encuentro en la milenaria Zamora. En lo que podría ser el comienzo de una ruta por el pasado del noroeste de esta provincia. Para comprender mejor esta ruta, te propongo realizar un viaje imaginario a través del tiempo, y retroceder junto a mí, unos dos mil años. Por esta época, los romanos ya controlaban la práctica totalidad de Hispania. Pero como eran unos ánsias, más si cabe si estamos hablando de oro, la querían toda para ellos. Situación que no agradaba a sus moradores: Astures y Cántabros en este caso.

Para llegar al Valle de Vidriales, donde se sitúa el epicentro de la acción, en mi caso, conducí por la N-631 y ZA-110 hasta Santibáñez de Vidriales.

Anotar que, si no lleváis gps, en esta zona los nombres de las carreteras no están señalizados. No marcan ni una denominación, solo el nombre de la siguiente población. Y esto os puede llevar a pasaros.

Me dirijo hacia aquí, porque entre esta población y la de Rosinos se encuentran los restos de lo que fuera el enclave militar romano que acuarteló a la Legio X Gémina, durante las guerras cántabro-astures, entre el 26 y el 19 a.c.

Si alguien lo piensa, ya le digo yo que no. Maximus Decimus Meridius (Gladiator) no perteneció a este regimiento.
Aquí los españolitos de entonces, les dieron tanta guerra a los romanos, que incluso provocaron que el mismo emperador Augusto hiciera acto de presencia para comandar sus huestes.

Los galos de Asterix y Obelix serían una piltrafa al lado de estos.

Poca broma, que para "pacificar" el norte de la península tuvieron que desplegar hasta siete legiones, de unos seis mil tíos cada una. Además de las personas que arrastraban tras de sí estos contingentes: esclavos, esposas e hijos de los soldados, mercaderes, prostiputas, herreros, etc

Si el campamento militar llegó a ocupar más de 17 hectáreas, el de civiles que los acompañaban ocupó 90. Es por esto por lo que el santuario de la Virgen del Campo, ahora en obras, levantado sobre un templo a Júpiter, y centro neurálgico de dicho campamento, esté tan alejado.

De tal tamaño tenían las pelotas agallas esta gente, que según cuentan las crónicas: el emperador Augusto ofreció 200.000 sestercios por la cabeza del jefe guerrero cántabro llamado Corocotta. Siendo el mismo Corocotta quién se presentó delante de él para cobrar su propia recompensa.

Al comienzo, os emplazaba a un viaje imaginario por dos motivos: Uno de ellos consistiría en intentar empatizar con la situación e imaginar el espectáculo que sería la llegada e instalación de la maquinaria bélica romana para los habitantes de la zona.
Al menos, el escenario está dispuesto.

Y el otro, quizá un poco mas fácil, consistente en; una vez finalizada la guerra, a principios del siglo I la Legio X Gémina fue enviada al centro de Europa a luchar contra los bárbaros quedando el campamento semi abandonado.

Algunos años después volvió a ser ocupado por una unidad de caballería. El Ala II Flavia, con unos 500 jinetes, y el cometido de controlar el transporte de oro extraído de las minas de Las Médulas, Galicia, etc.

Éstos lo reconstruyeron ocupando el perímetro que actualmente delimitan las recreaciones en madera. Habría que imaginar pues, como sería el campamento con las murallas originales, por supuesto, de piedra.

Con el deseo de que cuando vuelva a haber dinero, continúen con las excavaciones, me dirijo a continuación hacia el emplazamiento del otro bando.

Algunas tribus se romanizaron más o menos pacíficamente, como el vecino Castro de San Pedro de la Viña, a unos cientos de metros, o violentamente, como parece que ocurrió con el vecino Castro de Las Labradas en Arrabalde.

Situado en la cumbre de la sierra de Carpurias, estaríamos ante un importante centro socioeconómico de la zona, por tamaño y cantidad de objetos encontrados. El emplazamiento no podría estar mejor elegido, con unas espectaculares vistas sobre los valles de Vidriales y Eria.

O al menos, eso dicen, porque en el momento de iniciar la subida, incluso con condiciones óptimas, decidí no subir a verlo. Simplemente porque no tenía ganas de meter la moto con las maletas cargadas por caminos.

También ayudó el haber leído en varios lugares que apenas hay nada excavado oficialmente. El castro se encuentra en las rocas que se aprecian en la parte superior derecha de las fotos.

En las siguientes imágenes, propiedad de la Junta de Castilla y León se puede observar la puerta de acceso a la fortificación. Lo único visible.

Digo excavado oficialmente, porque tras la aparición en los años 80 de dos tesoros en las inmediaciones, imaginad el furtivismo que habrá soportado esta zona. En la siguiente dirección, podréis ampliar sobre el Castro y sus tesoros. La imagen de la joya les pertenece (http://www.arrabaldepueblo.com).

Al igual que la subida al Castro la obvié conscientemente, igual te digo que me hubiera gustado visitar los centros interpretativos existentes, pero no coincidí con su horario de apertura.

Rumiando la visita fracasada a dichos centros interpretativos, me encamino hacia Benavente para coger la nacional, aunque antes realizaré una parada rápida en una localidad, que si por el nombre, Manganeses de la Polvorosa, no os dice nada, los que ya tenemos cierta edad, -y mira que me jode escribir esto-, allá por finales de los 90 se hizo famosa por la polémica generada en torno a una tradición de sus fiestas.

¿Alguien se acuerda del pueblo en el que los quintos tiraban una cabra por el campanario de la iglesia? Yo si, y no soy tan viejo!!

Pinchando aquí podréis ver un artículo del año 2002 en la bendita hemeroteca.

En realidad, la visita original estaba planeada debido a que en esta localidad, durante la construcción de la autovía A-52, se descubrió un poblado del siglo VII a.c. denominado Castro de La Corona, habitado por astures y, finalmente, por romanos. Dichas obras permitieron una rápida excavación y estudio para posteriormente volver a taparlo y proseguir con las obras. En dicha localidad se encuentra el centro interpretativo sobre el descubrimiento.

En este punto abandonamos los primeros siglos de nuestra era, dejando con sus trifulcas a astures y romanos, para acelerar un poco y aparcar por el siglo XI. Alrededor de 1085, en pleno apogeo del románico zamorano.

Prosigo por mi camino hasta llegar a la N-525 tras cruzar todo Benavente en día de mercado. No quería hacerlo así, pero me equivoqué de carretera y así sucedió. Tras unos kilómetros por la nacional, llegaremos al punto que más interés me suscitaba de la ruta planeada para hoy. Sí, una iglesia. Pero muy especial.

Esta joya del románico, es tan humilde que si no sabes donde vas, ni te percatas que has pasado por su lado.

Sin embargo, en su interior se produce el fenómeno denominado "milagro equinoccial" descubierto en 1997. Yo desde luego no lo llamo milagro, porque aún sin conocimiento ninguno de arquitectura, creo que me puedo hacer una idea, o quizá no, de la complejidad de los cálculos para conseguir que a las 8:00 (hora solar) durante todos los equinoccios (21 de marzo y 23 de septiembre) de la vida, durante unos minutos, un rayo de sol penetre por el pequeño óculo del ábside e ilumine capitel del lado izquierdo del arco triunfal.

Flipa tú en el año 1000! y por ese hueco minúsculo!

Este fenómeno además de aquí sólo ocurre, que se conozca, en otra iglesia más en la provincia de Burgos, y algo parecido en Navarra y La Rioja.

No voy a entrar en el significado religioso, místico, novelesco, etc del capitel. En él se puede ver a una figura desnuda dentro de un óvalo abierto que está sujetado por dos figuritas de ángeles. La versión oficial le llama "el alma salvada". Así son los datos....
Aquí más información.

Jo, no me aguanto. Venga, un curiosidad para que penséis esta noche: De esta misma iglesia procede una pieza que fue vendida a Estados Unidos, un Cristo sedente con la mano derecha en gesto de bendición y en la izquierda portando un libro cerrado. En esta pieza está grabada la inscripción Ego sum lux mundi, "Yo soy la luz del mundo".
Me gustaría saber el lugar original de esa pieza, conociendo como dominaba esta gente la luz.

Por supuesto, el resto de la iglesia, merece mucho la pena. Si te gusta el románico, claro.

Nos cobraron 1€ de entrada con mini visita guiada y un pequeño mueso, pero viendo el buen estado en el que se conserva la iglesia, para nada me dolió.

Y aquí acaba la ruta de hoy. He intentado hacer algo diferente y que por lo menos espero que os haya resultado de interés, y no os haya aburrido mucho. Espero también, como no, vuestros comentarios al respecto.

Con estos canecillos, alguno de corte erótico y un vídeo del efecto equinoccial me despido. Hasta la próxima.

V'ss